Leyenda taina de guanina y sotomayor



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    Esta leyenda fue premiada con medalla de oro en el Certamen que se celebró en San Juan cuando la fiesta del 4º Centenario de la Colonización cristiana de Puerto Rico, el 12 de agosto de 1908.

    I

    Caía la tarde envuelta en radiantes arreboles.

    Don Cristóbal de Sotomayor, sentado en un taburete en el amplio aposento que se había hecho fabricar en la aldehuela india de Agüeybana, aspiraba amodorrado los efluvios aromosos que la brisa de la tarde le traía del inmediato boscaje, pensando melancólicamente en la Corte valisoletana y en la Condesa de Camiña, su señora madre, cuando penetró en la alcoba con precipitado paso una hermosa india, de tez broncínea, ojos expresivos, levantado pecho, suaves contornos y cabellos abundosos, medio recogidos en trenzas, a estilo antiguo castellano.

    — ¿Qué ocurre, querida Guanina, que te veo asustada y tus grandes y hermosos ojos, tan vivaces siempre, están llenos ahora de lágrimas?

    —¡Huid, señor...!

    Huid, amor mío... Tu muerte está, acordada por